El porqué de las caritas inclinadas - Un homenaje a William Senges

Compartimos momentos increíbles en su espacio creativo,
donde cada pieza parecía tener vida propia.
Aún hoy puedo cerrar los ojos y verlo trabajar,
con esa calma que solo tienen los sabios,
mientras me explicaba el porqué de sus Vírgenes,
de sus muñecas, de sus cuadros…
y sobre todo, el porqué de esas caritas inclinadas
que se repiten una y otra vez en su obra.
Recuerdo como si fuera ayer cuando me narró lo que vivió en 1989.
Me contó que estaba en Margarita,
cuando fue despertado por una algarabía de peregrinos que caminaban rumbo a La Asunción.
Eran cientos de fieles que, con devoción, rendían homenaje a la Virgen del Valle.
Movido por la emoción, decidió unirse a ellos y visitar el Valle del Espíritu Santo.
Pero lo que encontró allí lo conmovió profundamente:
• Desorden
• Música estruendosa
• Venta de licor
• Basura
• Incluso heridos por peleas callejeras
Nada de aquello reflejaba la espiritualidad de una peregrinación.
Fue entonces cuando William, con el alma encogida, se hizo una pregunta que lo marcó:
¿Qué pensaría la Virgen si viera esto?
En ese instante —me contó— la imaginó bajando la mirada,
inclinando la cabeza con ternura,
y esbozando con su boquita un gesto de nostalgia...
de tristeza por una religiosidad perdida.
Desde entonces, ese gesto comenzó a aparecer en:
• Sus esculturas
• Sus muñecas
• Sus Vírgenes
Era también el gesto de su madre,
de quien heredó esa mirada dulce y nostálgica
con la que solía suspirar recordando tiempos pasados.
William decía que en cada pieza suya había una parte de su alma… y de su infancia.
En sus cuadros hablaba de los cuatro amores de su vida:
• Su madre Alinda
• Y sus tres hermanas: Alida, Rosario y Noris
Mujeres del pueblo y del campo que llenaron su niñez de ternura, de trabajo y de cariño.
A ellas las homenajeó eternamente con sus manos… y con su arte.
Hoy, al recordarlo, siento que la obra de William no fue solo arte popular.
Fue una declaración de amor por nuestra cultura.
Un llamado silencioso a rescatar lo que nos define:
nuestros valores, nuestra fe, nuestras raíces.
Gracias, William,
por haber compartido conmigo tu historia y tu mundo.
Tu legado vive en cada pieza que moldeaste…
y en cada corazón que supo entender
el significado de una carita inclinada.
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