Se llama Ramón Eduardo Molina, aunque muchos lo conocen simplemente como @elguiadeturismo, y su historia es un testimonio vivo del amor por la naturaleza y la gente que habita estas tierras.

Ramón no solo recorre los caminos del estado Mérida: los interpreta. Cada sendero le cuenta algo, cada especie lo sorprende y cada visitante se convierte en parte de una experiencia que trasciende lo turístico.
Su especialidad, el aviturismo, le ha permitido descubrir; y ayudar a registrar, especies fascinantes como el Aegolius harrisii, el pequeño búho conocido como Curucucú Barriga Amarilla, hallado durante el October Big Day en la zona de La Azulita.
Aquella jornada, compartida con observadores locales y organismos como Cormetur, fue celebrada por diversos medios nacionales. Pero para Ramón, el verdadero logro fue otro: despertar la curiosidad de nuevas generaciones sobre la vida que habita en nuestros bosques.

“Ser guía no es solo mostrar un paisaje”, dice con serenidad. “Es ayudar a que cada persona vea con el corazón lo que la montaña le quiere decir”.
Y así lo hace: entre rutas de páramo y bosque nublado, talleres de observación responsable, y caminatas donde cada silencio se vuelve parte del encanto.

Quienes lo acompañan regresan distintos. No solo con fotografías o listas de especies, sino con una sensación de gratitud y respeto por lo natural. Ramón Eduardo Molina es, ante todo, un embajador de la Mérida auténtica: la que se escucha, se respira y se cuida.

Si viajas a Mérida y deseas vivir una experiencia diferente; una que combine aprendizaje, paz y conexión con lo esencial, sigue su ruta.
Allí donde el viento sopla entre los frailejones y el sol filtra su luz sobre las alas de un tucusito, seguramente estará El Guía de Turismo, sonriendo mientras el día le regala otro descubrimiento.