Hay viajes que comienzan con expectativas normales y terminan regalándonos recuerdos que superan cualquier descripción. Nuestro segundo fin de semana de marzo en el Hotel Playaroa fue uno de esos viajes. Llegamos alrededor de las diez de la mañana; con carreteras despejadas y ese clima playero que anuncia descanso; sol y buena brisa. Desde el primer momento entendimos por qué este hotel tiene tan buena reputación.

Lo primero que nos sorprendió fue la seguridad. Un caballero uniformado se acercó con amabilidad; preguntó por nuestra reservación y verificó nuestros datos antes de permitir la entrada. Saber que solo huéspedes registrados y personal autorizado pueden ingresar nos dio una tranquilidad inmensa; especialmente viajando con niños. Al estacionarnos notamos varias cámaras de seguridad bien ubicadas; detalle que suma confianza a cualquier viajero.

En recepción nos dieron la bienvenida unas chicas muy amables; nos registraron; colocaron las bandas de identificación y en pocos minutos un botones estaba ayudándonos con el equipaje. Atravesar el lobby del Playaroa es una experiencia en sí misma; un espacio amplio; bien decorado; cómodo y con un WiFi rápido que invita a sentarse un rato.

Tomamos el ascensor al segundo piso y al abrir la habitación 2223 nos envolvió un aroma delicioso. Mi esposa; que siempre percibe lo que huele bien; preguntó de inmediato qué producto usaban. La mucama sonrió y le explicó; detalle pequeño pero inolvidable que tiempo después terminaría viajando también a nuestra casa. La habitación estaba impecable; con sábanas de excelente calidad; toallas suaves; un televisor grande; aire silencioso y un baño pulcro con tope de granito y amenidades impecables. Todo contribuía a una sensación de frescura y bienestar.

Los niños; por supuesto; no quisieron esperar. Se cambiaron y bajaron a la piscina antes de que termináramos de acomodarnos. Somos muy cuidadosos con ellos; pero la seguridad del hotel fue tan evidente que por primera vez les permitimos bajar solos. Cuando llegamos comprobamos por qué estaban tan emocionados. El área de piscina es un encanto; agua cristalina; áreas profundas y poco profundas; espacios de hidromasaje; flores; plantas; caminerías limpias; baños impecables; cestos por todos lados y cámaras que cuidan el ambiente. Por la noche; la iluminación hace que todo luzca aún más hermoso.

El viernes transcurrió entre sol; agua; refrescos y tranquilidad. El sábado en la mañana bajamos a desayunar. El hotel estaba lleno y debimos esperar unos minutos; nada grave; aprovechamos el lobby para revisar correos mientras los niños jugaban. Cuando avisaron que nuestra mesa estaba lista entramos a un desayuno tipo self service que aún recordamos con cariño. Arepas; panquecas; perico; carne mechada; jugos; frutas; café con leche; café negro; mermeladas; natilla. Todo fresco; abundante y delicioso.

Salimos un rato al Parque Nacional Morrocoy pero las ganas de relajarnos en el hotel fueron más fuertes y regresamos. Ya en la tarde decidimos probar el almuerzo y fue una de las mejores decisiones del viaje. Mi esposa pidió pastas con calamares y camarones; un plato tan bien servido y aromático que parecía sacado de un restaurante gourmet. Los niños; fieles a su estilo; pidieron nuggets y papas fritas. Yo me lancé por una sopa fosforera; recordando una que había probado años atrás en Margarita. Cuando llegó el plato no pude decir otra cosa que “hummmmm” durante todo el almuerzo; entre risas de mi familia.

Podría seguir por horas contando cada detalle del Hotel Playaroa; porque cada paso del viaje fue mejor de lo esperado. Si tu deseo es desconectarte; disfrutar en familia y sentir que cada minuto vale la pena; este hotel es el lugar indicado en Playa Aroa; Estado Falcón.

Antes de irnos le preguntamos nuevamente a la mucama por el aroma mágico de la habitación. Mi esposa consiguió el nombre del producto; lo compró y ahora cada mañana nuestra casa huele a Playaroa; como si ese viaje siguiera acompañándonos.

Desde venaventours.com te invitamos a vivir tu propia experiencia en este maravilloso hotel. Si ya has ido; cuéntanos cómo te fue. Y si aún no lo conoces; déjate sorprender.

Altamente recomendado.