El 26 de diciembre de 2015 finalmente aceptamos la invitación que por más de cinco años nos había extendido nuestro buen amigo Víctor Sosa; propietario de Encuentro Posada Spa en Duaca. Mi esposa Erika; nuestros hijos Luis Eduardo Abraham; Samantha y yo cargamos el vehículo con todo lo necesario para emprender un viaje que terminaría convirtiéndose en uno de nuestros recuerdos más preciados.

Partimos desde el estado Aragua tomando la autopista regional del centro hasta conectar con la carretera de Nirgua; un tramo rodeado por cultivos de naranjas y mandarinas que perfuman el camino. Pasamos cerca del Complejo Agro Turístico Lomas de Nirgua y al llegar al estado Lara tomamos la vía que bordea Barquisimeto hacia Tintorero; desviándonos luego hacia Duaca. Minutos después ya estábamos frente a la entrada de Posada Encuentro Spa.

Víctor nos recibió con esa amabilidad que lo caracteriza y nos condujo a una habitación impecable; con lencería blanca; una jarra de agua helada y espacios amplísimos. Las camas eran enormes; los baños generosos y la ducha con bañera estaba iluminada por una hermosa claraboya que dejaba entrar la luz del sol durante el día y el brillo de la luna en la noche. No había aire acondicionado; pero tampoco hacía falta. Las habitaciones; con techos de cinco metros y un sistema de ventilación perfecto; mantenían una temperatura fresca que nos permitió dormir arropados cada noche.

A la mañana siguiente; después de descansar profundamente; nos dirigimos al restaurante donde una mesa bellamente arreglada nos esperaba. Dos maravillosas mujeres de cocina nos dieron la bienvenida y comenzaron a servirnos un desayuno criollo extraordinario acompañado de jugo natural y un café sembrado en la sierra; fresco; aromático e inolvidable.

Luego caminamos por los jardines; hasta que dos chicas uniformadas nos anunciaron que ya estaba preparado nuestro día de Spa. Sin saber qué hacer con los niños; nos sorprendió la solución que tenían lista. Habían llamado a una joven para que se encargara de cuidarlos mientras nosotros disfrutábamos del recorrido. Luis Eduardo se fue directo a la piscina y los más pequeños comenzaron a jugar mientras nosotros nos cambiábamos para iniciar la experiencia.

El circuito del Spa fue un regalo para el cuerpo y el espíritu; compuesto por:
Jacuzzi caliente; piscina helada; sauna; regadera fría; baño turco; exfoliación con arena; terapia de barro.

Aunque todo tenía un tiempo sugerido; jamás nos apuraron. Cada espacio fue disfrutado con calma; sin presión; como debe vivirse un verdadero retiro de relajación. Lo más bello fue poder compartir algunos momentos del jacuzzi con nuestros tres hijos; creando recuerdos familiares que aún nos acompañan.

Después del Spa regresamos a la habitación para descansar y más tarde almorzamos platos abundantes y deliciosos; servidos con ese toque casero tan característico del lugar. La música larense de fondo hacía que cada bocado se sintiera aún más especial.

Por la tarde descubrimos la laguna que se encuentra dentro de la posada; hogar de numerosas aves. Allí nos encontramos con unos botes de pedal que estaban a disposición de los huéspedes. Sin dudarlo; salimos a navegar; primero Erika con los niños y luego yo; mientras el cielo se llenaba de aves cruzando sobre nuestras cabezas.

Cerca del atardecer nuevamente aparecieron las chicas del Spa para informarnos que dos masajistas nos esperaban en el salón. Creíamos que el día de Spa había terminado en la mañana; pero faltaba el momento más especial. Entramos al salón de masajes y nos recibió una atmósfera perfecta; música suave; aroma a citronela; luz tenue y un ambiente que invitaba a entregarse al descanso absoluto. Las masajistas; formadas profesionalmente y oriundas del pueblo de Duaca; nos ofrecieron un masaje tan completo y dedicado que superó cualquier expectativa.

Esa noche cenamos como reyes; con platos deliciosos y un ambiente cálido; cerrando el día con una copa de vino y la satisfacción absoluta de estar viviendo algo verdaderamente especial.

La mañana siguiente comenzó con una campana que anunciaba la clase de yoga. Nos unimos aún adormecidos; guiados por Víctor Sosa padre y su esposa. Fue una experiencia reveladora y divertida; especialmente al descubrir lo mucho que necesito practicar yoga a diario.

Así transcurrieron nuestros tres días y dos noches en Encuentro Posada Spa; rodeados de atenciones extraordinarias; un entorno natural encantador; una gastronomía deliciosa y un plan de Spa diario que nos dejó completamente renovados.

Desde venaventours.com damos gracias infinitas a nuestro querido amigo Víctor Sosa y a su maravillosa familia. Para todo nuestro equipo fue un verdadero privilegio disfrutar de este lugar y lo recomendamos al ciento por ciento.