La Independencia de Venezuela no fue un estallido repentino, sino un proceso largo y lleno de tensiones que comenzó a gestarse a finales del siglo XVIII. Nuevas ideas recorrían el mundo; el Enciclopedismo, la Ilustración, la independencia de Estados Unidos y la Revolución Francesa sembraron inquietudes en una sociedad que ya mostraba cansancio ante el rígido centralismo de la Corona española. La invasión napoleónica a España terminó de abrir la puerta para una transformación profunda.

Antes de que la revolución llegara formalmente, Venezuela ya había vivido levantamientos significativos. En 1748, Juan Francisco de León desafió con firmeza a la poderosa Compañía Guipuzcoana. Más tarde, en 1795, el esclavo José Leonardo Chirino encabezó una rebelión masiva en Coro inspirada en ideas igualitarias. En 1797, Manuel Gual y José María España impulsaron la primera conspiración de raíces populares. Todas estas iniciativas fueron sofocadas, pero dejaron claro que el deseo de cambio era real y creciente.

Francisco de Miranda, considerado precursor de la independencia, intentó dos expediciones en 1806, desembarcando por La Vela de Coro con apoyo británico. Aunque no logró sumar suficientes voluntades, sembró una semilla que pronto germinaría.

El 19 de abril de 1810 marcó el inicio oficial del movimiento independentista. Ese día, el Cabildo de Caracas destituyó al Capitán General Vicente Emparan y creó la Junta Suprema de Caracas, primera forma de gobierno autónomo. La Junta gobernó hasta marzo de 1811, cuando se instaló el Primer Congreso Nacional. Ese mismo año, el 5 de julio, se firmó la Declaración de Independencia. Así nació la Primera República, que duraría poco debido a la ofensiva realista. En 1812, Miranda capituló en San Mateo.

La causa patriota renació en 1813. Simón Bolívar, tras tomar Cúcuta, inició la Campaña Admirable junto a Atanasio Girardot y José Félix Ribas. Publicó el controvertido Decreto de Guerra a Muerte y avanzó victorioso hasta Caracas, donde se le proclamó Libertador y se estableció la Segunda República. Sin embargo, la resistencia realista se reorganizó bajo el mando de José Tomás Boves, cuyas tropas forzaron la trágica Emigración a Oriente y derrumbaron nuevamente el proyecto republicano.

Desde la Nueva Granada, Bolívar intentó reorganizar la lucha, pero la falta de apoyo lo obligó a exiliarse primero en Jamaica y luego en Haití. Desde allí se gestó la Expedición de los Cayos en 1816. Tras varias ofensivas difíciles, los patriotas tomaron control de Guayana y ocuparon Angostura, donde Bolívar refundó las instituciones y dio inicio a la Tercera República.

Mientras tanto, José Antonio Páez lideraba a los llaneros en decisivas operaciones militares que aseguraron el dominio republicano en los llanos centrales. La guerra fue dura y prolongada, pero permitió consolidar la fuerza que años más tarde llevaría al triunfo.

En 1819 se instaló el Congreso de Angostura, donde Bolívar propuso una nueva estructura política que culminaría en la creación de la Gran Colombia. En 1820, patriotas y realistas firmaron el Armisticio y Tratado de Regularización de la Guerra, frenando temporalmente los combates.

La batalla decisiva llegó el 24 de junio de 1821, cuando Bolívar y Miguel de la Torre se enfrentaron en Carabobo. La victoria patriota selló prácticamente la independencia militar de Venezuela. Aún quedaban focos realistas, especialmente en Puerto Cabello y en el Lago de Maracaibo. Allí, en 1823, la Batalla naval del Lago y la posterior toma de la plaza fuerte de Puerto Cabello pusieron fin definitivo al dominio español.

Con ello, Venezuela dejó de ser una provincia sujeta a la Corona para convertirse en una nación que comenzaría a escribir su propio destino.

Cada viaje por Venezuela nos acerca a esos caminos de historia viva; campos, pueblos y montañas donde nació la libertad que hoy seguimos honrando.