Ubicado a 1.708 metros de altura y asentado sobre una meseta aluvial bañada por el río Chama, Tabay es uno de los pueblos más encantadores del estado Mérida. Su cercanía con la capital andina, su clima fresco y su esencia profundamente artesanal lo convierten en un destino ideal para quienes buscan naturaleza, historia y tradición.

La carretera Transandina atraviesa el pueblo de extremo a extremo; un trayecto que permite descubrir su vida cotidiana, sus casas antiguas de tejados enmohecidos y sus balcones de madera que recuerdan los tiempos coloniales. Aunque hoy conviven nuevas construcciones con antiguas fachadas, Tabay conserva ese espíritu apacible que hace que el visitante se sienta inmediatamente abrazado por la serenidad del valle.

La Plaza Bolívar, sombreada por enormes casuarinas cargadas de barbas de palo, es el corazón del pueblo. Frente a ella se levanta la iglesia de San Antonio; reconstruida en 1907 tras el terremoto de 1894, su fachada de tres arcos y una torre cuadrada luce entre el ramaje como un tesoro escondido.

Rutas naturales y artesanales
Los alrededores de Tabay están llenos de senderos, aldeas y paisajes donde los tonos verdes parecen infinitos. Cruzando un puente angosto sobre el río Chama se llega a las aldeas de La Mucunurán, La Mucuy Baja y El Arenal; zonas de prados frescos donde las familias viven del cultivo, del turismo y del arte popular.

Aquí trabajan algunos de los artesanos más respetados de los Andes venezolanos. Las tallas en madera de la familia Rangel y de Clemencia Marquina son piezas de culto entre coleccionistas de arte popular. En pequeños talleres familiares se fabrican imágenes de santos, animales y personajes tradicionales, junto con cerámicas, vitrales, cestería, hierro forjado, muebles y cobijas que reflejan siglos de tradición.

Para los amantes de la naturaleza, la ruta hacia la Mucuy Alta es imprescindible. Partiendo desde la plaza, el camino atraviesa puentes, mesetas y quebradas hasta llegar al Parque La Mucuy; un espacio de bosque nublado donde el río baja rodeado de orquídeas, bromelias y lianas. Es un lugar perfecto para pasar el día, disfrutar de cabañas, quioscos y áreas de camping, o simplemente admirar la vista del valle que se abre hacia la Meseta de Mérida.

Puerta hacia las lagunas y los picos nevados
Desde este parque inicia uno de los senderos más emblemáticos del país; la ruta hacia las lagunas La Coromoto, El Suero y los glaciares del Pico Humboldt. La caminata hacia La Coromoto, de cuatro a cinco horas, revela la transición de bosques húmedos a frailejones, líquenes y coloraditos, hasta culminar en una laguna oscura rodeada de montañas monumentales.

Los excursionistas más experimentados pueden continuar hacia el Pico Humboldt, atravesando paisajes de extraordinaria belleza, glaciares y valles de roca que parecen de otro planeta. Debido a la altitud y a la dificultad del terreno, es fundamental ir acompañado, registrar la ruta en el puesto de guardaparques y llevar equipo adecuado para el frío extremo.

Tradición, historia y espiritualidad
Tabay no solo es naturaleza; también es historia viva. Su origen se remonta a las comunidades indígenas Mucunutanes o Tabayes, mencionadas por el etnólogo Julio César Salas. El pueblo fue fundado originalmente en 1619 y luego reubicado en 1695 debido a las crecientes de las quebradas que rodeaban el asentamiento.

El patrono del pueblo es San Antonio, cuya festividad se celebra el 13 de junio con música de violines, cuatros, morteros y procesiones que llenan las calles de color. Tabay también es cuna del capitán Santos Marquina, héroe de la Independencia y primer alcalde del municipio que hoy lleva su nombre.

En sus alrededores existe además un encanto muy particular; manantiales termales que, aunque de difícil acceso, siguen siendo un secreto natural de la zona. Más arriba, siguiendo la carretera Transandina, espera La Capea, con hermosas cabañas equipadas; y un poco más adelante, el famoso parque temático Los Aleros, donde el visitante puede viajar al pasado y recrear la vida andina del siglo XX.

Tabay es, en esencia, un abrazo del valle; un lugar donde el tiempo parece ir más lento y la vida se saborea entre tradición, artesanía, montaña y memoria.

Desde Venaventours.com seguimos recorriendo y documentando los pueblos que construyen la identidad de Mérida y de Venezuela. Porque cada rincón guarda una historia que merece ser contada.