Hablar de Milagros Figueroa es hablar de identidad; de una mujer que convirtió la creación artesanal en un acto de memoria y defensa cultural. La Muñequera de Guayana ha dedicado su vida a transformar simples trapos en personajes que cuentan historias; héroes anónimos, luchadoras olvidadas, figuras que forjaron el estado Bolívar y que hoy reviven en sus manos inquietas y curiosas.

Desde muy joven se definió como “sin vergüenza” y “zángana”, palabras que en ella no significan desdén; sino libertad. Libertad para romper esquemas; para no dejarse limitar por su edad; para investigar, crear, reír y echar cuentos durante horas, desde su segundo hogar, la Casa de la Cultura Héctor Guillermo Villalobos en Los Olivos. Es allí donde este Patrimonio Cultural Viviente ha tejido un universo donde cada muñeco es un rescate; una afirmación de que la memoria solo muere cuando dejamos de contarla.

Milagros honra a las mujeres que abrieron caminos; desde quienes denunciaron abusos en tiempos de silencio hasta aquellas que se enfrentaron a piratas, lideraron huelgas, defendieron estudiantes o dejaron su voz impresa en el periodismo y el arte. Todas ellas, dice, comparten una raíz con ella misma: la fuerza inquebrantable de la mujer venezolana.

Sus muñecos son una declaración de amor a Guayana. Entre ellos aparece la Negra Posí; una lavandera valiente, fuerte, casi mítica, capaz de vencer a hombres en pelea y de mostrar sin pudor la firmeza de su carácter. También ha creado figuras como El Libertador Simón Bolívar, siempre desde su mirada particular. Para Milagros, cada muñeco es una promesa: “Del que se olvidan, muere; si yo te cuento, tú vas a querer esta tierra”.

La Muñequera dice una frase que resume su espíritu y su arte: “Los locos hacen ciudad”. Y en esa locura luminosa, ella ha ayudado a construir el alma de Guayana.

En venaventours.com celebramos a creadoras como Milagros Figueroa; mujeres que sostienen nuestras tradiciones con amor, humor, valentía y un profundo sentido de pertenencia. Su legado nos recuerda que Venezuela también se teje; puntada a puntada, cuento a cuento, memoria a memoria.