En lo más alto del páramo merideño, donde el viento y el silencio se convierten en compañía, nació el 16 de mayo de 1900 uno de los personajes más trascendentales de la cultura popular venezolana; Juan Félix Sánchez. Hijo de Benigno Sánchez y Vicenta Sánchez, campesinos de profundas raíces andinas, creció rodeado de montañas, trabajo, fe y una sensibilidad que muy pronto se convertiría en creación.

Su educación formal fue breve, pero su aprendizaje real comenzó temprano, cuando a los catorce años se unió a los arrieros de su padre. Ese contacto íntimo con los caminos, los animales, la naturaleza y la vida dura del páramo formó un carácter que más tarde se reflejaría en su obra. En 1917 emprendió viaje para conocer Venezuela; Trujillo, Maracaibo, Bobures; experiencias que ampliaron su visión del mundo antes de regresar a su amado San Rafael.

Entre 1918 y 1933 ejerció cargos públicos en su pueblo; secretario de prefectura, luego presidente de la Junta Comunal. Paralelamente aprendió a tejer gracias a doña Isaina Dávila, madre de Epifanía Gil; su compañera de vida y de fe. En 1925 creó su primera cobija reconocida, llamada Reinosa; inicio de una obra textil que con el tiempo sería celebrada dentro y fuera del país.

Su formación artística fue autodidacta; en 1935 ya tallaba mármol y se adentraba en la escultura. Pero el punto de inflexión de su vida llegó en 1941 con la muerte de su madre. Ese dolor lo llevó a retirarse, junto a Epifanía, hacia El Petróleo; una pequeña casa en El Tisure, a más de seis horas a caballo desde San Rafael. Allí, en esa montaña sagrada, comenzó el capítulo más místico y monumental de su historia.

En 1952 decidió consagrar El Tisure a la Virgen de Coromoto. Dos años después levantó la primera capilla, El Bohío. Desde entonces dedicó su existencia a transformar el paisaje en un santuario de fe, piedra, trabajo y belleza; construyó muros, grutas, caminos, plazas y esculturas que hoy forman un complejo único en Venezuela.

El 11 de septiembre de 1965 colocó la primera piedra de lo que sería la Capilla Grande, dedicada al Doctor José Gregorio Hernández. Ese espacio, junto al pesebre de roca, las escalinatas y la estatua de piedra, consolidaron su reputación como un creador profundamente original. Artistas de todo el país comenzaron a visitarlo; algunos para estudiar su obra, otros simplemente para conocer a “El Hombre de El Tisure”.

Su nombre alcanzó reconocimiento nacional; en 1984 la Asamblea Legislativa del estado Mérida creó la Casa de la Cultura Juan Félix Sánchez. En 1987 recibió el Premio Nacional de Cultura Popular Aquiles Nazoa, y en 1989 el Premio Nacional de Artes Plásticas; un hito extraordinario para un creador surgido del pueblo, del trabajo manual y de la intuición espiritual.

Durante la década de 1980 continuó elaborando esculturas y proyectos; entre ellos El Tinjaca, el segundo San Juan y un Santo Sepulcro de piedra. Incluso soñó con construir una iglesia de grandes dimensiones frente a su casa en San Rafael. Cada obra nacía de la misma certeza; el arte como acto de fe y agradecimiento.

En 1995 fue postulado al Premio de Artesanía de la UNESCO, donde se destacó que su obra superaba la categoría de artesanía y ascendía a la de arte mayor; expresión profunda del sentimiento del pueblo. Un año después recibió el título de Técnico Superior en Turismo Honoris Causa.

El 18 de abril de 1997, a las 11:30 de la mañana, Juan Félix Sánchez partió físicamente en la ciudad de Mérida. Pero su presencia no se ha ido; vive en cada piedra de El Tisure, en cada cobija tejida, en cada historia que se cuenta sobre él.

Juan Félix Sánchez es, y será siempre, un símbolo del venezolano creador; del que trabaja en silencio, del que transforma la fe en arquitectura, la humildad en grandeza y la montaña en obra eterna.

En las generaciones que vienen, seguirá siendo faro, memoria, inspiración. Porque Juan Félix está, como dijo alguien, “en el bronce; más allá del tiempo que vendrá”. Venaventours.com honra su legado y lo mantiene vivo para cada viajero que sube al páramo buscando algo más que paisaje; buscando alma.