El Caimán de Sanare; la voz infinita del cuento popular venezolano
Sanare despidió a uno de sus grandes tesoros culturales; José Humberto Castillo, mejor conocido como El Caimán de Sanare, cultor popular fallecido a los 73 años y considerado una de las voces más importantes de la oralidad venezolana.
Nacido el 3 de enero de 1937 en Las Rasitas, Caserío Palo Verde del municipio Andrés Eloy Blanco, El Caimán comenzó a contar historias desde los siete años. Desde niño tejía cuentos, ocurrencias y mentiras mágicas que con el tiempo se convirtieron en su manera de explicarle el mundo a los demás. Fue un cuentero comunitario excepcional; un hombre del campo que trabajó como vendedor ambulante, jornalero y agricultor; pero que también supo ser educador, comunicador popular y puente cultural entre generaciones.
Su arte trascendió fronteras. En 2010 recibió la Distinción por la Oralidad; Diploma Medalla al Mérito otorgada por la Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica (CIINOE), la institución más prestigiosa del mundo en la oralidad artística. Compartió honores con figuras internacionales como Haydée Arteaga, María Eugenia Llamas “La Tucita”, Maruja Vieira, Pilar Rey y Antonio Abdo. Su aporte a la comunicación humana fue considerado universal.
El Caimán fue invitado especial al primer Festival Iberoamericano de Narración Oral Escénica en Caracas en 1989, donde maravilló con su estilo espontáneo y su filosofía campesina. Quienes lo escucharon recuerdan su barba espesa, sus alpargatas, su sombrero de cogollo y su risa contagiosa; pero sobre todo recuerdan su habilidad para transformar la vida cotidiana en relatos maravillosos, llenos de humor, picardía, mitos y sabiduría ancestral.
Decía que lo llamaban Caimán porque de niño se comió una papa hirviendo sin escupirla. “Me salieron lágrimas como al animal”; contaba entre risas. Esa autenticidad lo convirtió en Patrimonio Cultural Viviente del estado Lara.
Su obra quedó recogida en el libro Sin decí una garra e’ mentira, reeditado por la Fundación Editorial El perro y la rana; donde Renato Agagliatte y los hermanos Juan José y Juan Ramón Escalona preservaron sus relatos para las nuevas generaciones.
El 27 de septiembre de 2010 su voz se apagó físicamente en el hospital José María Bengoa, víctima de un paro respiratorio. Sanare decretó tres días de luto y su pueblo lo despidió entre música, cuentos y flores, tal como él mismo había pedido en su narración “Cuando me despida de este mundo”:
“Después de la muerte uno vuelve a nacé en otra naciente… Cuando yo me despida de este mundo, que me lleven con música, cuentos y alegría… El cuento es la vida mía”.
El Caimán de Sanare sigue vivo en cada narrador, en cada fogón campesino y en cada venezolano que entiende que la palabra es herencia, identidad y memoria.
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