Don Luís Zambrano Molina; el genio campesino que iluminó a Venezuela
Don Luís Zambrano Molina, nacido en 1901 y fallecido en 1990, es recordado como el pionero de la tecnología popular en Venezuela. A pesar de haber cursado solo hasta cuarto grado de primaria, la Universidad de Los Andes le otorgó un doctorado Honoris Causa en noviembre de 1984; un reconocimiento histórico que celebraba su enorme sabiduría práctica y su capacidad de responder a las necesidades reales de su comunidad. Fue la primera vez que un campesino de manos encallecidas recibía un honor académico de tal magnitud.
Zambrano iluminó Bailadores, Mucutuy, Canaguá, Mucuchachí y Piñango mucho antes de que ciudades como San Cristóbal o Maracaibo contaran con servicio eléctrico. Su talento nació en la infancia, jugando con naranjas de distintos tamaños que hacía girar como pequeñas turbinas, descubriendo sin saberlo principios fundamentales de física. Más tarde creó ruedas, poleas y luego turbinas alimentadas por la fuerza del agua, capaces de transformar la energía natural en bienestar para todos.
Su inventiva se extendió a máquinas moledoras de café, peladoras de fresas, clasificadoras de ajo y motores como el célebre Turbozam. Cada creación resolvía una necesidad concreta y mejoraba la vida de comunidades enteras. Por eso su legado no se mide solo en sus inventos, sino también en la ética que lo guiaba: trabajar con propósito y actuar siempre al servicio del prójimo.
Entre sus pensamientos más recordados destacan frases que resumen su filosofía de vida:
“No permitamos que se cierre la noche al mediodía”; un llamado a no ceder ante la flojera.
“No espere saber pa’ ponerse a hacer; póngase a hacer pa’ poder saber”; una invitación a aprender haciendo.
“Enciende tu luz pero apaga tu brillo”; una reflexión sobre la humildad frente al conocimiento.
Su visión del mundo también estaba llena de humor y ternura. Solía decir que Arquímedes se equivocó al pedir una palanca para mover el mundo; porque quien realmente mueve al mundo es la mujer; sin ella nada marcha. Para él, la vida debía vivirse con gratitud, con conciencia y con un profundo respeto por la dignidad humana.
Don Luís Zambrano no fue un hombre de títulos; fue un hombre de soluciones. Su vida es un recordatorio de que el verdadero conocimiento no siempre nace en universidades; a veces nace en los pueblos, en los ríos, en las montañas y en las manos de quienes crean con amor y propósito.
Su legado permanece vivo y merece ser difundido con orgullo; porque él es uno de los grandes tesoros humanos de nuestra historia.
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