Hablar de Manuel Cabré es adentrarse en una de las miradas más sensibles y profundas que ha tenido el paisaje venezolano. Nacido en Barcelona el 25 de enero de 1890 y llegado a Caracas a los seis años; Cabré creció respirando la luz de la capital y contemplando para siempre el monte que marcaría su destino artístico; el majestuoso Ávila; llamado por los pueblos originarios Warairarepano.

Su llegada a Venezuela fue fruto de una invitación del presidente Joaquín Crespo al escultor Ángel Cabré y Magriñá; su padre. Desde entonces Manuel adoptó esta tierra como suya y se formó en la Academia de Bellas Artes a partir de 1904. Cinco años más tarde fue uno de los creadores del Círculo de Bellas Artes; en compañía de figuras como Armando Reverón; Leoncio Martínez; Rómulo Gallegos y Andrés Eloy Blanco. Aquella agrupación surgió como un gesto valiente; una protesta contra la rigidez académica y una afirmación de libertad creativa.

Aunque nacido en España; Manuel Cabré fue venezolano de alma. Amó a Caracas profundamente y la retrató desde todos sus rincones a través del rostro más emblemático de la ciudad; el Ávila. Lo pintó con niebla; con sol; en amaneceres rosados; en tardes doradas; con verdes encendidos o azules misteriosos. Ningún otro artista logró capturar tantos estados de ánimo del cerro como él. Por eso la historia lo recuerda con un título que nadie disputa; el pintor del Ávila.

En 1920 viajó a París influenciado por Emilio Boggio. Allí estudió el impresionismo y el cubismo; lenguajes estéticos que enriquecieron su obra y marcaron un antes y un después en su forma de interpretar la naturaleza. A su regreso en 1930 presentó una exposición que consolidó su prestigio en el país.

Su trayectoria incluye cargos y reconocimientos que confirman su grandeza. Fue director del Museo de Bellas Artes entre 1942 y 1946. Recibió el Premio Nacional de Pintura en 1951 y el Premio Herrera Toro en 1955. Diez de sus obras forman parte del patrimonio artístico de la nación; resguardadas por la Galería de Arte Nacional; mientras que muchas otras reposan en colecciones privadas y publicaciones dedicadas a la pintura venezolana.

Manuel Cabré falleció en Caracas el 26 de febrero de 1984; dejando un legado que es al mismo tiempo histórico y emocional. Sus lienzos enseñan a mirar el paisaje con respeto y ternura; y su vida recuerda que el arte también es un acto de pertenencia.

Desde venaventours.com compartimos la historia de artistas como Cabré porque su obra es parte esencial del país que amamos y promovemos. Conocer su legado es apreciar a Venezuela con ojos nuevos; como si cada pincelada del Ávila nos invitara a volver a casa.