Las loceras de Manicuare; un legado ancestral que transforma el barro en identida
Hablar de las loceras de Manicuare es abrir un libro de historia que sigue escribiéndose cada día; un relato donde el barro; el fuego y la memoria se unen para dar forma a una identidad que ha sobrevivido miles de años. En este rincón del estado Sucre las manos artesanas continúan un oficio que nació con los primeros pueblos asentados en estas tierras; un arte que aún hoy respira y late en cada pieza creada.
Francisca Mercedes Serrano; nacida el 4 de abril de 1945; es una de esas mujeres que sostienen la tradición con dignidad y constancia. Ella aprendió de su madre; Aleja Sinforosa Mata de Serrano; y lleva más de treinta años moldeando la arcilla que las cerros regalan. Su voz narra el proceso con orgullo. Se sube a las montañas; se cava con pico y pala; se carga la arcilla al hombro; se seca durante días; se machaca y se cierne; luego se amasa y se guarda en bolsas plásticas para que repose. Solo después de cinco días comienza el verdadero trabajo; el momento en el que la arcilla se convierte en forma. Finalmente las piezas se queman en hogueras hechas con palos recolectados en las orillas de Manicuare. Así ha sido por generaciones; así seguirá siendo mientras haya manos dispuestas a sostener el fuego.
Esta quema lenta y artesanal es más que una técnica; es una herencia familiar. Es el testimonio vivo de una cultura que se niega a desvanecerse. La historia se remonta a dos mil años antes de Cristo; cuando los primeros asentamientos humanos ocuparon el cerro El Indismo; entre Punta de Arenas y Manicuare. Allí vivieron los Chaimas; los Cumanagotos y los Caribes. Los restos arqueológicos encontrados en la zona son prueba silenciosa de una presencia que marcó para siempre la identidad cultural de este pueblo.
En Manicuare coexisten tres grandes corrientes artesanales. La primera es la cerámica manicuaroide; inspirada en las piezas halladas en los yacimientos del cerro El Indismo. Las artesanas recrearon aquellos diseños originales para honrar la memoria de sus antepasados. La segunda es la artesanía tradicional o María Manuela; un homenaje a los años sesenta y setenta cuando la cerámica local vivió un auge notable. En esta técnica aparecen las piezas rústicas con relieves en barro en la parte posterior; como pimpinas; tinajas; anafres; mucuras; cazuelas y materos. La tercera corriente es la artesanía comercial; una evolución que integra elementos nuevos sin perder la esencia del oficio; dando lugar a fachadas; móviles; nacimientos y figuras decorativas que llevan la cultura de Manicuare a nuevos espacios.
Venaventours.com realizó un valioso registro audiovisual de estas mujeres creadoras. En cada imagen se observa la fuerza; la paciencia y el profundo amor con el que convierten la tierra en arte. Son guardianas de un legado que no se aprende en libros; sino en la vida cotidiana; en los patios de tierra húmeda; en la voz de una madre que enseña a su hija; en el humo que sube lento desde una hoguera encendida con dedicación.
Tres etapas; un mismo corazón. La cerámica manicuaroide; la artesanía María Manuela y la línea comercial forman el mapa completo de una tradición que acompaña a las loceras desde tiempos ancestrales. Pero la más representativa sigue siendo la artesanía tradicional; aquella que conecta directamente al pueblo con sus raíces y que mantiene viva la certeza de que en Manicuare existe un arte capaz de transformar el barro en historia; en cultura y en identidad.
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