La Paradura del Niño: un canto vivo de fe y tradición
La Paradura del Niño Jesús es una de esas tradiciones que no solo me ha emocionado,
sino que me ha hecho reflexionar sobre la grandeza espiritual de nuestro pueblo.
Esta ceremonia se celebra en los estados andinos de Mérida, Táchira y Trujillo, entre el 1 de enero y el 2 de febrero, aunque hay hogares devotos que la inician desde el 24 de diciembre.
Lo que ocurre en esas fechas es mucho más que un acto religioso:
es una manifestación de amor, de comunidad y de esperanza.
Tuve el honor de vivir una Paradura en la Posada Los Cuchos, en Mérida, junto a la familia de la señora Fanny Uzcátegui.
No puedo describir con palabras la emoción que se siente cuando los padrinos, cuidadosamente elegidos,
toman al Niño Jesús —ya no acostado, sino de pie—
y lo colocan sobre un pañuelo de seda para pasearlo con respeto y alegría por la casa y las calles del pueblo.
Todo comienza con el Robo del Niño,
una representación simbólica del momento en que Jesús se pierde y luego es hallado conversando en el templo.
Ese pequeño “secuestro” de la imagen es la excusa perfecta para activar una hermosa cadena de acontecimientos que une a:
• Vecinos
• Músicos
• Rezanderos
• Familias enteras
La búsqueda termina en fiesta:
una celebración que se viste de oraciones, cantos, versos y aguinaldos.
Durante la procesión, se escuchan coplas tradicionales como:
Vámonos padrinos, vamos a Belén,
a pasear al Niño, para nuestro bien.
¡Dichosos padrinos qué dicha tendrán,
han paseado al Niño por todo el zaguán!
Y cuando el Niño regresa al pesebre,
ya no lo acuestan… lo colocan de pie,
entre la Virgen y San José,
como símbolo de que ha crecido,
de que se pone de pie para bendecir nuestros hogares, nuestros caminos y nuestro futuro.
Al final, entre bizcochuelos, vino y letanías, los asistentes expresan sus deseos para el nuevo año con versos como:
A esta paradura he venido
por la pura devoción,
al Niño Jesús yo beso
con todo mi corazón.
Aunque es originaria de los Andes, esta tradición ha echado raíces en otras regiones donde viven familias andinas:
Portuguesa, Barinas, Falcón…
Allí también el Niño es:
• Robado
• Buscado
• Encontrado
• Paseado
• Y vuelto a adorar
Cada vez que participo en una Paradura, siento que el alma de Venezuela se manifiesta.
Siento que los pueblos, las creencias y la fraternidad están más vivos que nunca.
Y me convenzo de que, mientras existan manos que preparen un pesebre,
gargantas que entonen coplas
y corazones que se conmuevan con la ternura del Niño de pie…
nuestras tradiciones seguirán vivas, firmes y llenas de luz.

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