Un mundo de sueños y tradición: Entrar en el taller de Mario Calderón es abrir una puerta al asombro: juguetes de madera llenos de color, carruseles giratorios, payasos, acróbatas y domadores que evocan la magia del circo y la alegría de la infancia. Cada pieza es una celebración del folklore venezolano, donde los Diablos Danzantes de Yare, San Benito, la Parranda de San Juan y el Velorio de la Cruz de Mayo cobran vida en miniatura.
Más que un artesano, un artista del movimiento: Mario no solo crea juguetes: da vida al movimiento. Sus obras bailan, giran y se mecen gracias a poleas, péndulos y engranajes, sin necesidad de motores. Cada juguete es una pequeña máquina de alegría hecha a mano, basada en técnicas tradicionales que exaltan la imaginación. Con su maestría en la madera y el color, nos conecta con la infancia y con la riqueza de la identidad nacional.
.Influencias y visión artística: Inspirado por la escuela Bauhaus y por Alexander Calder, Mario transforma esos fundamentos en un lenguaje propio. No copia: reinterpreta. Su universo combina la simplicidad del diseño moderno con la profundidad simbólica de nuestras raíces, generando piezas que son tanto arte como juego, tanto tradición como vanguardia.
Identidad venezolana en movimiento: Los juguetes de Mario son también portadores de historia. En cada contorsión, salto o giro se refleja la mezcla cultural que define a Venezuela: indígena, africana y europea. Son pequeñas coreografías de madera que preservan y celebran nuestras tradiciones. Su obra no solo entretiene: educa, emociona y transmite valores culturales.
.Un tesoro nacional compartido: Mario Calderón es mucho más que un juguetero: es un creador de mundos. Su obra ha sido reconocida como un verdadero tesoro nacional, admirado tanto por grandes como por niños, por venezolanos y extranjeros. En cada creación hay un puente entre generaciones, una invitación a jugar y una puerta abierta al arte popular venezolano.
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